martes, 19 de noviembre de 2024 07:54 www.gentedigital.es
Gente blogs

Gente Blogs

Blog de Javier Memba

El insolidario

El cine "steampunk"

Archivado en: Inéditos cine, "El cine "steampunk"

imagen

El puente de mando del Nautilus en "La liga de los hombres extraordinarios"

            Mi primer contacto con el cine steampunk fue el coche de Caractacus Potts (Dick Van Dyke) en Chitty Chitty Bang Bang (Ken Hughes, 1968). Gocé tanto viendo volar y navegar la invención de Potts; gocé tanto en mi dichosa infancia de aquella película, desde su primera hasta su última secuencia, que ésa ha de ser la causa de que el steampunk sea mi favorito frente al dieselpunk el tesalpunk y el resto de los retrofuturismos que asoman a la ciencia ficción de nuestros días.

            Todos los inventos del inefable Potts, y algunos de los artilugios exhibidos por los agentes del barón Bomburst (Gert Fröbe) en aquella entrañable cinta, pueden incluirse entre la utilería del steampunk canónico. Pero en aquel remoto visionado -y diría que casi único- de Chitty Chitty Bang Bang, yo sólo atendía al miedo que me causaba el esbirro de la baronesa Bomburst (Anna Quayle) puesto a raptar a todos los niños que tenían la desdicha de nacer en sus dominios, donde, a consecuencia de la esterilidad de esta dama, estaba prohibida la infancia.

            Steampunk, además meridianas, son las estampas que ilustran mi colección en facsímile de la primera edición de los Viajes extraordinarios de Julio Verne. La referida al Nautilus, obra de Alphonse de Neuville, consta en los anales. Es más, el submarino del misántropo capitán Nemo -como el coche de Potts- es otro de lo objetos steampunk por excelencia. Pero tampoco reparé en ello. Aunque desde aquellas primeras lecturas, en la colección Historias Ilustradas de la llorada Editorial Bruguera hasta estas de los Viajes extraordinarios ya referidas, sigo volviendo con cierta regularidad al gran Verne, no advertí ni la inspiración steampunk de las ilustraciones originales de sus páginas ni la calidad de piedra angular del género de su obra. Al fin y al cabo, aunque los ejemplos aludidos son algunos de los que asientan el canon, el steampunk no empieza a ser conocido como tal hasta los años 80 del amado siglo XX. Fue entonces cuando algunos autores cyberpunk empezaron a hablar de ciertas fantasías de la Inglaterra victoriana.

Ingeniosos anacronismos

            Al día de hoy, el steampunk, en líneas generales, se refiere a todos esos prodigios que pudieran haber sido en la revolución industrial: fabulosos barcos que surcan los cielos flotando bajo globos aerostáticos, artilugios arcaicos reconvertidos a usos prodigiosos, ingeniosos anacronismos prestos a facilitar las cosas al aventurero... Una imaginería, en fin, que, más allá de los futurismos decimonónicos, a mí se me antoja la materialización de esos dibujos de los inventos de Leonardo. En cualquier caso, estas supuestas reliquias fabulosas me han cautivado de tal modo que el descubrimiento del cine steampunk -la literatura del género me es mucho menos conocida- es uno de los principales afanes que impulsan en los últimos meses mi actividad cinéfila.

            Sí señor, desde el verano de 2011, cuando tuve oportunidad de hacerme con una lista de cintas steampunk canónicas publicada fugazmente en Wikipedia, vengo atesorando los distintos títulos que la integran y creo haber dado cuenta de los suficientes como para ir sacando algunas conclusiones:

            La primera es que, en líneas generales, el cine steampunk no es un cine bueno. Es decir, no constituye un capítulo brillante en la historia del cine como el realismo poético francés de los años 30, el neorrealismo italiano de posguerra o el cine soviético del deshielo. Ni siquiera concretándonos a esa ciencia ficción a la que pertenece, puede atribuirse al steampunk una enjundia semejante a la de las pastorales poscatástrofe atómica de los años 60 o las space opera de la década siguiente. Pastiche al cabo de los grandes inventos pretéritos, el steampunk es un género menor por definitiva. Pero su poderío visual es tan grande que a mí me cautiva. Basta con que aparezca uno de los artilugios que nos ocupan para que atesore la película. Ése ha sido el caso de la insufrible La vuelta al mundo en 80 días, la peor versión del clásico de Verne con diferencia. Un vehículo al servicio de Jackie Chan dirigido en 2004 por Frank Coraci que conservo por los inventos de Fogg (Steve Coogan) que nos muestran.

            Al otro lado del espectro, entre lo mejor del paquete, se impone destacar El tiempo en sus manos (George Pal, 1960), filme en verdad notable que yo tengo por uno de los títulos fundamentales de la edad de oro de la ciencia ficción. Ya obraba en mi poder cuando comprobé con agrado que iniciaba la lista de Wikipedia. No me extenderé en alabanzas a un título que ya elogié cuanto se merece en La edad de oro de la ciencia ficción (T&B Editores, Madrid, 2008).

Cuentos infantiles

            Ahora prefiero aplaudir Vidocq (2001), el debut en la realización de Pitof. Antiguo responsable de los efectos visuales de Delicatessen (1991) y La ciudad de los niños perdidos (2005), ambas de Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet e integrantes del acervo ideal del cine steampunk, no hay duda de que fue con Caro y Jeunet con quienes Pitof se acercó al género por primera vez. Yo aún no sabía del retrofuturismo que nos ocupa cuando el abigarramiento de las imágenes de Vidocq, a menudo fotografiadas con angulares y siempre desde emplazamientos del tomavistas infrecuentes, me dejó fascinado. Que Vidocq también apareciera en la lista fue determinante para que hiciera de esa antigua nómina Wikipedia, hoy ya desaparecida, mi norte en el cine steampunk.

            Siempre en la linde de dos géneros que detesto con toda mi alma, el cine de acción y el familiar, el steampunk tiene uno de sus grandes temas argumentales en el cuento infantil. Eso es, tras todas sus sombras y recargamiento visual, La ciudad de los niños perdidos. Al igual que La brújula dorada (Chris Weitz, 2007) y Una serie de catastróficas desdichas de Lemony Snicket (Brad Siberling, 2004). En esta última, donde se da noticia de la peripecia de unos huérfanos no en vano llamados los Baudelaire -como el más grande de los poetas malditos-, las maravillas visuales y el desarrollo del asunto confluyen en una película redonda. Lo es hasta el punto de hacer más llevadero el sempiterno histrionismo del bueno de Jim Carey.

Dos insolentes

            Y si Carrey parece no poder -o querer- evitar ser un histrión, a Will Smith y Robert Downey Jr. les pasa otro tanto con su insolencia. Quede claro que en el caso de Smith en Wild, Wild West (Barry Sonnefeld, 1999) aplaudo ese enconó con la confederación estadounidense que la inspira. Pero ese desdén hacia la causa de la esclavitud, mitificada hasta el hartazgo por el Hollywood clásico, hubiese sido mucho más eficaz de un modo más contenido, sin menos chiste fácil y desparpajo por parte Smith. Con todo, Wild, Wild West  es una de las cintas más genuinamente steampunk de las incluidas en mi lista. Ya lo era Jim West (1965-1969), la serie de televisión en la que está basada. En sus diferentes capítulos, ese agente especial de presidente Grant -estamos en los días de la guerra civil estadounidense- que era West, llevaba gadgets a los escenarios del western. Los ingenios se antojaban semejantes a las propuestas del doctor Emmett Brown -Christopher Lloyd- en regreso al futuro III (Robert Zemeckis, 1990), no en vano otra de las películas incluidas en mi lista.

            Parece ser que el Oeste cuenta con su propio retrofuturismo, el weird west, del que Wild, Wild West sería su mejor ejemplo. Pero no me es conocido más allá de esta cinta de Sonnefeld. Sí lo es la insolencia en la que, de ordinario, basa sus interpretaciones Robert Downey Jr. Así en su Sherlock Holmes (Guy Ritchie, 2009), el detective de Baker Street adquiere un cariz muy alejado de su natural flema británica.

            Estas reinterpretaciones de los personajes clásicos de la novelística decimonónica, otra de las constantes que registro en el steampunk tiene su mejor ejemplo en La liga de los hombres extraordinarios (Stephen Norrington, 2003). En ella se encomienda la salvación del mundo a un grupo comandado por Allan Quatermain (Sean Connery) e integrado por el capitán Nemo (Naseeruddin Shah), Mina Harker (Peta Wilson), el hombre invisible Skinner (Tony Curran), el doctor Jekyll y Mr. Hyde (Jason Flemyng) y Dorian Gray (Stuart Townsend). Es decir, algunos de los personajes más destacados de la novela decimonónica.

            Van Helsing, al igual que Mina Harker otro de los protagonistas del Drácula (1897) de Bram Stoker, también fue objeto de una reinterpretación steampunk en la cinta de Stephen Sommers de 2004 a la que dio título. Otra de las más brillantes y aparatosas de estas fantasías. Estas reutilizaciones de los grandes personajes, que a la postre ratifican el carácter de pastiche -adorable pero pastiche al cabo- del steampunk, tuvieron su primer campo de acción en la historieta. De hecho, La liga de los hombres extraordinarios se basa en una aclamada novela gráfica de Allan Moore y Kevin O'Neill. Desde este perspectiva, yo me quedo con Adèle y el misterio de la momia (Luc Besson, 2010). Adaptación de las aventuras de la heroína nacida en las viñetas de Jacques Tardi, es tan grande el encanto de Louise Bourgoin, la actriz que la interpreta, que ha hecho de esta delicia mi favorita de todo ese paquete steampunk que, de un tiempo a esta parte, vengo integrando a mi tesoro cinéfilo.

 

 

Publicado el 2 de julio de 2013 a las 12:30.

añadir a meneame  añadir a freski  añadir a delicious  añadir a digg  añadir a technorati  añadir a yahoo  compartir en facebook  twittear  votar

Comentarios - 4

1 | Ignacio - 02/7/2013 - 16:02

Excelente y revelador artículo: No conocía el término ni el concepto "steampunk". Me apunto al club de los aficionados, aunque algunas de las películas que mencionas me resultan bastante antipáticas ("La Liga..." y, en menor grado, "Van Helsing").

2 | Javier Memba - 02/7/2013 - 16:43

Muchas gracias, Ignacio. Me alegro de que te guste mi texto. En el bien entendido de que no estamos hablando de la gravedad de de "Vampyr" de Dreyer, a mí, "Van Helsing" y "La liga..." me cautivan por el poderío de sus imágenes. Pero vamos, ya digo, no es un cine de enjundia en modo alguno.

3 | Mari Carmen Tortajada (Web) - 02/7/2013 - 19:07

A mi hija Sandra , que tiene 17 años, los que teniamos nosotros cuando eramos compañeros de colegio, le ha encantado tu articulo, porque le gusta mucho el cine,Una serie de catastroficas desdichas y La Brujula dorada la vimos juntas, seguramente ya no te acordaras de mi, pero ella te ha encontrado en twiter, porque eres de los 4 o 5 amigos que recuerdo con cariño de la adolescencia, y hablo con mis hijas mucho de aquella epoca. Escucho con Sandra a Jimmy Hendrix, Bob Dylan, como cuando los escuchaba contigo, con Isabel y Maricruz en la finca. Un abrazo

4 | Javier Memba - 03/7/2013 - 01:53

Hola Mari Carmen. Me acuerdo de ti perfectamente, de Maricruz, de Isabel Pradillo y de aquellos recreos en el patio del colegio Alcalá, donde escuchábamos el "Band of Gypsys" de Jimi Hendrix en un tocadiscos portátil. Estamos hablando del curso del 74-75, aunque luego nos seguimos viendo con cierta regularidad, hasta finales de los 70, ya fuera del colegio. Han pasado 39 años pero yo también guardo un recuerdo muy grato de aquellos días del bachillerato. En el 2008 volví ocasionalmente a Villaviciosa de Odón y no lo conocía. Me costó encontrar la calle Carretas. Pero, de vez en cuando, aún sigo escuchando a Dylan y a Hendrix. Eso sí, ya no lo hago por aquella rebeldía de entonces, ahora es para invocar los recuerdos de los viejos tiempos. Un fuerte abrazo y un saludo a tu hija. Me alegro mucho de que le haya gustado mi artículo.

Tu comentario

NORMAS

  • - Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
  • - Toda alusión personal injuriosa será automáticamente borrada.
  • - No está permitido hacer comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • - Gente Digital no se hace responsable de las opiniones publicadas.
  • - No está permito incluir código HTML.

* Campos obligatorios

Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

Miniatura no disponible

 

Javier Memba en 2009

 

Javier Memba en 1988

 

Javier Memba en 1987

 

1996

 

 

Javier Memba en la librería Shakespeare & Co. de París

 

 

 

 

Imagen

 

 

COMPRAR EN KINDLE:

 

 

 

contador de visitas en mi web



 

 

Enlaces

-La linterna mágica

-Unas palabras sobre Vida en sombras

-Unas palabras sobre La torre de los siete jorobados

-50 años de la Nouvelle Vague en Días de cine

-David Lynch, el onirismo de la modernidad en Radio 3

-Unas palabras sobre Casablanca en Telemadrid

-Unas palabras sobre Tintín en Cuatro TV

 

 

ALGUNOS ARTÍCULOS:

Malditos, heterodoxos y alucinados de la gran pantalla

Nuevos momentos estelares de la humanidad

Chicas yeyés

Chicas de ayer

Prólogo al nº 4 de la revista "Flamme" de la Universidad de Limoges

Destinos literarios

Sobre La naranja mecánica

Mi tributo al gran Chris Marker

El otro Borau

Bohemia del 89

Unos apuntes sobre las distopías

Elogio de Richard Matheson

En memoria de Bernadette Lafont

Homenaje al gran Jean-Pierre Melville

Los amores de Édith

Unos apuntes sobre La reina Margot

Tributo a Yasujiro Ozu con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento

Muere Henry Miller

Unos apuntes sobre dos cintas actuales

Las legendarias chicas de los Stones

Unos apuntes sobre el "peplum"

El cine soviético del deshielo

El operador que nos devolvió el blanco y negro

Más real que Homeland

El cine de la Gran Guerra

Del porno a la pantalla comercial

Formentera cinema

Edward Hopper en estado puro

El cine de terror de los años 70

Mi tributo a Lauren Bacall

Mi tributo a Jean Renoir

Una entrevista a Lee Child

Una entrevista a William McLivanney 

Novelistas japonesas

Treinta años de Malevaje

Las grandes rediciones del cómic franco-belga

El estigma de La campana del infierno

Una reedición de Dalton Trumbo

75 años de un canto a la esperanza

Un siglo de El nacimiento de una nación

60 años de Semilla de maldad

Sobre las adaptaciones de Vicente Aranda

Regreso al futuro, treinta años después 

La otra cabeza de Murnau

Un tributo a las actrices de mi adolescencia

Cineastas españoles en Francia

El primer surrealista

La traba como materia literaria

La ilustración infantil de los años 70

Una exposición sobre la UFA

La musa de John Ford

Los icebergs de Jorge Fin

Un recorrido por los cineastas/novelistas -y viceversa-

Ettore Scola

Mi tributo a Jacques Rivette

Una película a la altura de la novela en que se basa

Mi tributo a James Cagney en el trigésimo aniversario de su fallecimiento

Recordando a Audrey Hepburn

El rey de los mamporros

Una guía clásica de la ciencia ficción

Musas de grandes canciones

Memorias de la España del tebeo

70 años de la revista Tintín

Ediciones JC regresa a sus orígenes

Seis claves para entender a Hergé

La chica del "Drácula" español

La primera princesa de la lejana galaxia

El primer Tintín coloreado

Paloma Chamorro: el fin de "La edad de oro"

Una entrevista a la fotógrafa Vanessa Winship

Una recuperación del Instituto Murnau

Heroínas de la revolución sexual

Muere George A. Romero

Un mito del cine francés

Semblanza de Basilio Martín Patino

Malevaje en la Gran Vía

Entrevista a Benjamin Black

Un circunloquio sobre la provocación

Una nueva aventura de Yeruldelgger

Una dama del crimen se despide

Recordando a Peggy Cummins

Un tributo a las yeyés francesas

La última reina del Technicolor

Recordando a John Gavin

Las referencias de La forma del agua

El Madrid de 1988

La nueva ola checa

Un apunte sobre Nelson Pereira dos Santos

Una simbiosis perfecta

Un maestro del neorrealismo tardío

El inovidable Yellowstone Kelly

Que Dios bendiga a John Ford

Muere Darío Villalba

Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Mi tributo a Harlan Ellison

La inglesa que presidió el cine español

La última rubia de Hitchcock

Unos apuntes sobre Neil Simon

Recordando Musicolandia

Una novelista italiana

Recordando a Scott Wilson

Cämilla Lackberg inaugura Getafe Negro

Una conversación entre Läckberg y Silva

El guionista de Dos hombres y un destino

Noir español y hermoso

Noir italiano

Mi tributo al gran Nicholas Roeg

De la Escuela de Barcelona al fantaterror patrio

Recordando a Rosenda Monteros

Unas palabras sobre Andrés Sorel

Farewell to Julia Adams

Corto Maltés vuelve a los quioscos

Un editor veterano

Una entrevista a Wendy Guerra

Continúa el misterio de Leonardo

Los cantos de Maldoror

Un encuentro con Clara Sánchez

Recuerdos de la Feria del Libro

Viajes a la Luna en la ficción

Los pecados de Los cinco

La última copa de Jack Kerouac

Astérix cumple 60 años

Getafe Negro 2019

Un actriz entrañable

Ochenta años de "El sueño eterno"

Sam Spade cumple 90 años

Un western en la España vaciada

Romy Schneider: el triste destino de Sissi

La nínfula maldita

Jean Vigo: el Rimbaud del cine francés

El último vuelo de Lois Lane

Claudio Guerin Hill

Dennis Hopper: El alucinado del Hollywood finisecular

Jean Seberg: la difamada por el FBI

Wener Herzog y la cólera de Dios

Gordad, el gran maese de la heterodoxia cinematográfica

Frances Farmer, la esquizofrénica que halló un inquietante sosiego

El hombre al que gustaba odiar

El gran amor de John Wayne

Iván Zulueta, arrebatado por una imagen efímera

Agnès Varda, entre el feminismo y la memoria

La reina olvidada del noir de los 40

Judy Garland al final del camino de adoquines amarillos

Jonas Mekas, el catalizador del cine independiente estadounidense

El gran Edgar G. Ulmer

La última flapper; la primera it girl

El estigmatizado por Stalin

La controvertida Egeria del Führer

El gran Tod Browning

Una chica de ayer

El niño que perdió su tren eléctrico

La primera chica de Éric Rohmer

El último cadáver bonito

La exnovia de James Dean que no quiso cumplir 40 años

Don Luis Buñuel, "ateo gracias a Dios"

La estrella cuyo fulgor se extinguió en sus depresiones

El gran cara de palo

Sylvia Kristel más allá de Emmanuelle

Roscoe Arbuckle, cuando se acabaron las risas

Laura Antonelli, la reina del softcore que perdió la razón

Nicholas Ray, que nunca volvió a casa

El vuelo más bajo de la princesa Leia Organa

Eloy de la Iglesia y el cine quinqui

Entiérralo con sus botas, su cartuchera y su revólver

La chica sin suerte

Bela Lugosi y la sombría majestuosidad de Drácula

La estrella de triste suerte

La desmesura de Jacques Rivette

Françoise Dorléac

Klaus el loco

Una hippie de los 70

Jean Esustache, entre la Nouvelle Vague y el ascetismo

Nadiuska, un juguete roto

Thea von Harbou

Jesús Franco

David Cronenberg

Sharon Tate, como en un cuento de Sheridan Le Fanu

Un guionista sediento

La reina del fantaterror patrio

Dalton Trumbo y los diez de Hollywood

La primera chica que arrojó una tarta 

El desdichado Hércules contemporáneo

En la tradición familiar

El músico del realismo poético

Otro tributo a la gran Patty Shepard

Elmer Modlin y su extraña familia

Las coproducciones internacionales rodadas en España

Marilyn Monrore y su desesperado último gesto

Un amor más poderosos que la vida

El actor atrapado en sus personajes

Entre el fantasma de su madre y el final del musical

Barbet Schroeder

Amparo Muñoz

Samuel Bronston más alla de Las Rozas

Chantal Akerman

Françoise Hardy 

Un antiguo dogmático

Jane Birkin

Anna Karina, su turbulento amor y el Madison

Sandie Shaw, ya con calzado

El gran Serge Gainsbourg

Entre la niña prodigio y la mujer concienciada

La intérprete de Shakespeare que inspiró a The Rolling Stones

La maleta del capitán Wajda

Val Lewton y su dramatización de la psicología del miedo

La alimaña de Whitechapel

Cristina Galbó

La caravana Donner

Eddie Constantine

Un nuevo curso del tiempo

Rosenda Monteros

Una criatura de la noche

Una carta a Nicolás I

Edison y el 35 mm

Barbara Steele

El felón Esquieu de Floyran acaba con los templarios

Entre Lovecraft y Hitchcock

Tchang Tchong Yen recuerda a Hergé

La musa del ciberpunk

Néstor Majnó

Una leyenda del Madrid finisecular

El rey de la serie B

La primera cosmonauta soviética

Cuando la injuria sucede a la fatalidad

Bajo Ulloa y sus cuentos crueles

La cicerone de los Stones en el infierno 

Nace Toulouse-Lautrec

El París del Charlestón se rinde a Josephine Baker

Nastassja Kinski, la dulce hija del ogro

Un tributo a Sam Peckinpah

La leyenda del London Calling

Fiódor Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento

Mi alucinada favorita

El hombre de las mil caras

El 7º de Caballería pierde la gloria

Un recuerdo de Silke

El genocidio camboyano

Peter Bogdanovich

Guy Debord y la sociedad del espectáculo

Un héroe de Iwo Jima 

Lupe Vélez tras el último tequila sunrise

El general Lee

Roman Polanski

Un hampón italoamericano

Jane Fonda en su juventud

Kraken en la Cuesta de Moyano

Josef von Sternberg

The Beatles en The Carvern y en el show de Ed Sullivan

Que la tierra le sea leve a Douglas Trumbull

El último superviviente del hampa de Chicago

Inma de Santis

El Álamo

Una musa insumisa

El malvado Zaroff y un elogio a las revistas pulp

Miles Davis

Un polaco y el amour fou

La Legión extranjera como género literario

Conchita Montenegro

Peter Lorre y su cara de villano

El juez de la horca

Syd Barrett

Kathleen Turner

Una caricatura de la hombría

Eric Clapton

Helga Liné

Butch Cassidy

Carlos Arévalo, un cineasta español

Nace el último bohemio

Pascual García Arano

María Perschy

El Combray de Ingmar Bergman

Carlos Castaneda

Una canción de Neil Young

Un suicida dandi

Hedy Lamarr

Philip K. Dick y sus realidades bastardas

La última mujer fatal

Andréi Tarkovski, otro maldito por la censura soviética

Nace la música de la New Age

"Wie einst" Lili Marleen

Una lectura de Byron en Villa Diodati

Un apostol de la sedición juvenil

Ava en mi ciudad

Rider Haggard

Una entrada para la "Historia universal de la infamia"

La Marguerite Duras cineasta

Gallardo y calavera

El hombre que vendió su alma a Elizabeth Taylor

El crímen de Charlotte Corday

Un elogio entusiasta de la urbe

Un ángel caído

Mary Bradbury teme por su vida

Pierre Étaix y su triste gracia

El mejor verano de los Rolling

María Rosa Salgado y su conmovedora discrección

La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

EN TU MAIL

Recibe los blogs de Gente en tu email

Introduce tu correo electrónico:

FeedBurner

Archivo

Grupo de información GENTE · el líder nacional en prensa semanal gratuita según PGD-OJD